Aparentemente la sociedad española está saliendo de la crisis que golpeó al país en 2008 de la mano de la construcción y el sector financiero, pero poco ha tardado en encontrarse con una nueva burbuja que afecta la estructura de las ciudades, al estilo de vida de la gente y desde luego a nuestros bolsillos: el aumento de precio del alquiler.
Pese a que dicho fenómeno está presente en todo el territorio nacional, parece evidente que la mayor afectación se da en las grandes ciudades, en especial Barcelona y Madrid.
No se tardó en apuntar como principal culpable a los llamados pisos turísticos (Airbnb), que debido a su alta rentabilidad al alquilar por días a turistas a los que les sobra el dinero, era más atractivo que alquilar por meses a los locales. Desde luego su aparición, supone un elemento responsable de dicha burbuja al reducir la oferta existente en el mercado, pero no podemos decir que los pisos turísticos sean la causa principal.
De ser los “Airbnb” el problema, veríamos cómo se disparan especialmente los precios de alquiler en las zonas atractivas para los turistas, mientras que en las menos interesantes el aumento sería mucho menor. Algo nada más lejos de la realidad, teniendo en cuenta que el incremento es generalizado con porcentajes muy similares en toda la ciudad, es decir, es caro vivir en todas partes.
Entonces, ¿a santo de qué se ha producido este aumento? Lo primero que debemos tener en cuenta es de dónde venimos. Desde finales de los 90 hasta el inicio de la crisis en 2008, España vivió inmersa en una burbuja inmobiliaria en la que el ladrillo era el motor económico, y la construcción dejaba de cubrir una necesidad para ser carne de la especulación y el dinero fácil.
Cabría esperar que, con tanta construcción, el parque de viviendas español estuviera a la última y perfectamente renovado, pero lo cierto es que el boom se centró no solo en construir obra nueva, sino en hacerlo en sitios sin mayor interés económico ni funcional.

Ya sabéis como funciona esto “- Tengo unos terrenos perdidos, vete a saber dónde, que no valen para nada. – Pues “recalifícalos” y construye viviendas, que ahora los españoles tienen pasta y todo el mundo quiere una casa en la playa, otra en la montaña y otra en el pueblo para descansar de la ciudad. – Ah, pues muy lógico.”. De esta forma se empezó a enladrillar la costa, la montaña, la meseta, los prados… (igual que Oriente Medio pero sin el petróleo), mientras la rehabilitación de las ciudades existentes y funcionales se quedó a mínimos.

Si a todo esto le sumamos los casi 8 años de crisis posteriores en los que prácticamente no se construyó nada, nos encontramos con un panorama un poco decadente. ¿Cómo es posible que en una ciudad con tal demanda como Barcelona, existan tantos barrios con edificios abandonados, algunos casi en estado de ruina? Y no sólo en barrios periféricos, también en el propio centro pese a que el buen estado de las fachadas del Eixample nos impida ver el estado ruinoso del interior.

Por supuesto no podemos pasar por alto la acción de los bancos en todo esto. El uso abusivo de los desahucios (justificados o no) ha llevado a dichas entidades a disponer de tal cartera de viviendas que son incapaces de gestionar. Cierto es que éstos ya han empezado a ponerse las pilas analizando todo el patrimonio del que disponen (sí, cierto, no saben todo lo que tienen) y analizar las opciones de inversión. Aun así, este no es un proceso tan rápido como quisiéramos, lo que supone un bloqueo en las opciones de oferta que tanto anhelamos cuando entramos en Idealista.
Y por último estamos los consumidores que hemos recuperado la tendencia a comprar, por lo que muchos propietarios que tenían los pisos en alquiler por falta de opciones han optado por dejarse de líos y ponerlos a la venta, reduciendo aún más la oferta.
Teniendo en cuenta lo mencionado y que las condiciones laborales han “mejorado” desde los últimos años, lo que supone un motivo para poder pedir más (Recordad que las cosas valen lo que la gente está dispuesta a pagar), nos lleva a la absurda situación actual en la que encontramos pisos de 30 m2 sin ascensor con un alquiler de 800 euros, acompañado de la frase: “Ah, pues tal y como están las cosas, no está tan mal”.
¿Cuál es la solución a todo esto? La desconozco. Imagino que esperar a que el mercado se recupere solo, o como dirían los padres del liberalismo económico “Laissez faire” (dejad hacer), por frustrante que eso sea. Actualmente vivimos las consecuencias de los destrozos ocasionados por la mala gestión y la posterior crisis, ya que el Tsunami siempre es catastrófico pero lo más difícil viene después. Probablemente de poco sirvan las leyes en una sociedad en la que la ley que impera siempre es la de la Oferta y la Demanda.
Por último, cabe decir que todo lo expuesto es solo una opinión basada en mi conocimiento y la observación desde mi puesto profesional en el sector, por lo que el debate queda abierto.

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Pablo
Pablo
6 años

Muy bueno el post! Yo hace unos meses tuve que dejar mi piso porque me subieron de golpe 200 euros en el Alquiler, y no te puedes quejar porque saben que hay otro que se lo va a alquilar, aunque sea un pisito de 35 m2 lejos del centro… me parece muy interesante lo que has comentado, aunque tengo la esperanza de que desde el ayuntamiento se promuevan leyes para controlar todo esto porque ¡no es justo!

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